Hubo una izquierda que confió en Ollanta y jugó al "candidato de la unidad”, ingenuidad respaldada por tres embajadas. Humala, desde el comienzo, purgó a otras izquierdas, como Patria Roja, del frente unitario. Aún así, los ingenuos persistieron en verlo como "el nuevo Velasco” o "el Hugo Chávez peruano”, cuando advertimos que no sería más que un émulo del ecuatoriano Lucio Gutiérrez.
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