Resulta interesante apreciar cómo el turismo coexiste con el racismo: a los extranjeros que realizan el Camino Inca, no les parece incomodar mucho tener a varios portadores cargando sus bultos por varios días, lo que en sus países de origen sería impensable. Muchos turistas acuden entusiasmados a locales donde los cusqueños no son bienvenidos. INDECOPI y la Municipalidad son incapaces de regular algo tan simple como que los letreros sean en castellano. Decenas de establecimientos proporcionan información solamente en inglés o en hebreo, como forma de excluir a cualquier peruano.
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