Las muertes de peruanos -de indígenas y policías- nos duelen e interpelan. El 5 de junio fuimos testigos de otro hecho de violencia que nos devuelve que ese capítulo de nuestra historia no se ha cerrado, donde la muerte y el horror se repiten. Pensamos que esto se debe a la falta de reconocimiento y escucha, de un entendimiento mutuo y un olvido que nos remite a una incapacidad para elaborar y procesar nuestra historia.
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